Latinoamérica ha estado buscando un esquema para garantizar la expansión de la oferta de generación, minimizando riesgos para los vendedores de la energía y al mismo tiempo ofreciendo a los consumidores una protección de precios para estabilizar la tarifa al usuario final. El país que empezó esa discusión fue Colombia a finales de los años 90 y ese modelo fue implementado en Brasil, país en el cual “se licita un contrato de energía donde a través de un solo precio el generador tiene que remunerarse por completo, no hay pago por potencia o por capacidad” comentó Luiz Barroso, Director Presidente de PSR, en el webinar organizado por ACEN “¿Cómo compatibilizar las licitaciones de energía con la comercialización?”.

En Brasil agregó que existen dos tipos de licitaciones, la primera es la licitación comandada por las distribuidoras que informan las demandas que quieren contratar a futuro y el Gobierno básicamente suma los montos y hace una licitación para la compra del monto total. “El Gobierno define el precio techo y el producto. La distribuidora es tomadora del resultado de esa licitación y los volúmenes de los contratos son repartidos para todas las distribuidoras en proporción de los volúmenes declarados para los clientes regulados. Los contratos subastados en Brasil son take or pay para las generadoras quienes no toman el riesgo de volumen de la energía, sino que es la distribuidora”.

Además de eso, el Gobierno tiene un mecanismo adicional que es conocido como subasta de energía de reserva para contratar cualquier tecnología o generación para todos los usuarios, ya sean cautivos o libres. Esa energía, en teoría, es el último recurso que el Gobierno tiene para garantizar que el país va a tener suficiente generación si las subastas regulares más la expansión del mercado libre no funcionan o fallan para entregar nueva capacidad de generación.

Las subastas en Brasil nacieron en el año 2004 cuando el mercado regulado era responsable más o menos del 85% de la demanda total de energía del país, mientras que el 15% era atribuido al mercado libre, es decir, a aquellos usuarios que podían elegir su suministrador, básicamente las grandes industrias con esquemas de autoproducción. Quince años después se observó que el mercado libre comenzó a crecer exponencialmente y cada vez fueron más los usuarios que ejercieron su derecho regulatorio de salir de su distribuidora e irse al mercado libre. “Se fueron por cuestiones de mejor visibilidad de costos, mayor competitividad en los costos de energía, productos más ajustados a los distintos consumos, más flexibilidad, contratos de menor plazo, o salir del riesgo de la indexación de los contratos de las subastas por la inflación.  El mercado libre creció entonces y la demanda de las distribuidoras en las subastas disminuyó”.

Además, Barroso señaló que hubo un aumento acelerado de la generación distribuida, donde las fuentes solar y fotovoltaica aumentaron demasiado, lo que a su vez retiró demanda de las distribuidoras. “Hoy día Brasil tiene 15.000 megawatts de generación distribuida. Eso es más que la capacidad instalada de la central hidroeléctrica de Itaipú. Además, la demanda o el consumo de energía en Brasil ha crecido poco en los últimos 8 años. Éramos un país que crecíamos 4, 5 o 6% y en los últimos 6 años no más de 3% anual. A lo largo de los últimos años, el volumen de demanda que va a las subastas es cada vez menor”.

En Brasil si el precio techo de la licitación establecido por el Gobierno no es autosuficiente para atraer la competencia, la subasta queda desierta. “El punto clave es que la subastas brasileñas históricamente siempre han tenido mucha competencia, la relación entre generadores registrados versus la demanda de subasta suele ser de 10 a 1”.

MERCADO LIBRE

En la actualidad, en Brasil tienen derecho al mercado libre los consumidores que tienen una demanda mayor a 500 kilowatts. “Hace 15 años el mercado libre representaba el 15% de la demanda y creció hasta llegar hoy a un 35% apalancado por la competitividad creciente de los costos de las renovables. Al contrario de lo que mucha gente pensaba, el mercado libre ha conseguido garantizar su expansión de oferta. Los comercializadores tienen un rol bastante importante como manejadores de riesgo, pero sobre todo como definidores o creadores de productos. Muchas veces el consumidor final quiere un producto que el generador no consigue suministrar, pero el comercializador lo hace factible”.

En estos momentos en Brasil existe un debate bastante amplio sobre dar derecho al mercado libre a todos los clientes, incluso los residenciales. Se discute en el Congreso una curva de migración por etapas donde el full retail llegaría al consumidor final a partir del año 2026. “El mercado libre ha conseguido garantizar su expansión, los bancos están financiando esos proyectos y es por eso que los clientes de las distribuidoras son cada vez menos. Básicamente, el 84% de la generación que se está construyendo en Brasil para entrar en operaciones el 2023 o 2024 es para suministrar al mercado libre”.

Según Barroso, “el camino de la liberalización es un camino sin regreso pues va a pasar en Chile también, el mercado ya está liberalizado con la generación distribuida. En Chile, un consumidor que hoy día tenga la opción de elegir su propio suministrador tiene un derecho que le reporta nada más que eficiencia, pero para que eso sea posible hay que mirar con cuidado la transición. La experiencia de Brasil debe aportar a los chilenos aquello que no deben hacer como, por ejemplo, demasiados subsidios cruzados o ineficiencias”.

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