El líder gremial aboga por modernizar el sector de distribución, buscando dar nuevos beneficios a los usuarios, tanto a nivel empresarial como residencial.

Por Tomás Vergara P.

Hace casi un mes, el directorio de la Asociación Iberoamericana de Comercialización de Energía (AICE) eligió al chileno Sebastián Novoa como su presidente.

La entidad cuenta con representantes de Colombia, Brasil, España, Portugal, México y Chile, creada con el objetivo de impulsar el desarrollo de los mercados de libre negociación de energía en estas naciones, tendientes a la transición energética y en favor de los consumidores finales.

Novoa asegura que este tipo de compañías, que actúan como intermediarios entre las generadoras y el cliente final, “generan valor para ambas partes, en tanto, son capaces de gestionar riesgos, comprender necesidades y estructurar portafolios, lo que entrega liquidez y productos a la medida para los usuarios, una mayor profundidad de mercado y acceso al financiamiento para los generadores”.

¿Cómo nace esta organización?

“Desde la Asociación de Comercializadores de Energía (ACEN) conversamos con los actores clave de países como España, Colombia o Brasil, y nos dimos cuenta de que teníamos muchos desafíos en común. Si bien la gran mayoría de estos países estaban en posiciones más ventajosas para el usuario final que Chile -porque estos usuarios podían acceder a más servicios-, aún así tenían desafíos que eran comunes. En Brasil estaban liberalizando la potencia para los clientes de alta tensión, pero todavía faltaba la baja tensión. En Colombia, había un tema con la liquidez del mercado, con ofertas no tan competitivas como se esperaba que fuese”.

Cuando se habla de usuario final, ¿se considera solo a empresas?

“No, nosotros queremos que eventualmente todos podamos participar de esto, hasta el cliente residencial. Que podamos escoger tener alternativas de suministro. Entendemos que la red de distribución es un espacio que debiese permitir las transacciones, que tiene que ser robusta, tener todas la cualidades necesarias para que pueda haber generación distribuida, autos eléctricos, libre negociación entre las partes y búsqueda de negocio en que el usuario final pueda ser prosumidor básicamente (productor y consumidor de energía) y pueda efectivamente actuar en la red, y no ser un mero receptor de electrones”.

¿Cómo calificaría el mercado de la comercialización en Chile?

“La situación es al menos curiosa, porque nosotros fuimos el primer país en liberalizar el mercado eléctrico, en 1982. Pero todos los países que después vinieron acá a estudiar y a aprender están más avanzados que nosotros. Brasil ya tiene 25 años de comercialización de energía; en España, tú ya puedes escoger en tu casa tu proveedor de suministro eléctrico; el más nuevo es México, que partió hace 4 o 5 años, y ya cuenta con la figura del comercializador.

Chile fue súper innovador, pero en el sector eléctrico nos ha costado avanzar en reformas que sean en favor del usuario final y hemos estado avanzando en distintas reformas o incluso enfrascados en distintos temas, que tal vez incluso nos traban por no conseguir definir prioridades”.

¿Potenciar la comercialización podría disminuir la presión financiera en el sector eléctrico?

“Sí, fuertemente. El reajuste previsto según la CNE habla de un reajuste promedio para clientes de mayor consumo de un 72%, cuando estábamos en niveles de precio del mercado regulado de aproximadamente US$ 80-US$ 100, dependiendo del sector. O sea, los estamos llevando a niveles de US$ 150. Y los precios del mercado libre están rondando un promedio de US$ 70, que no son los mejores que hemos tenido, pero los otros son mucho mayores.

También estamos en un punto de inflexión. El fenómeno del El Niño tuvo mucho impacto en nieve, en agua, y los precios están tendiendo a la baja”.

¿Cuáles son los ejes que debiese tener una reforma al mercado de la distribución eléctrica?

“Según ACEN, una actualización general, ya que se están incorporando a las redes de distribución, en forma importante hoy y masivamente en el futuro, nuevos elementos no contemplados cuando se redactó la ley, como es la generación distribuida o la electromovilidad. Se debe pensar en cómo se van a gestionar adecuadamente estos requerimientos y la exigencia que éstos imponen a las redes. Lo anterior requerirá que existan agentes que puedan interactuar adecuadamente con estos nuevos recursos que van a estar disponibles en las redes de distribución.

En paralelo, pensar en cómo se va a remunerar las redes de distribución, dada la aparición de esos nuevos elementos que alteran completamente la forma actual de remuneración. Asimismo, corresponde actualizar los parámetros relativos a la calidad de servicio, para poner al país a la par con naciones más desarrolladas. También, para ponernos a la par del concierto internacional, resulta imprescindible reconocer la figura del comercializador puro, como aquel agente cuya finalidad es la compra y venta de energía.

Fuente: El Mercurio